Yo siento mucha emoción al poder recordarlos con mi altar. Me imagino que ellos van a venir a visitarnos en alma. Dios los tiene en su descanso porque mi familia fue muy buena y honrada. Yo creo que Dios los tiene en un lugar tranquilo.
Yo soy de San Luis Potosí, México. Siempre he querido que mis hijos continúen con esto, les digo que tenemos que aprender todo lo de Estados Unidos pero no podemos dejar nuestras tradiciones. Yo les enseñé como éramos y cómo nos criaron de niños.
Desde que tengo uso de razón, en la casa se ponía un altar para nuestros antepasados. Yo tenía seis o siete años y ya le ayudaba a mi mamá y a mis abuelitos a poner el altar. Y a mí me gusta seguir la tradición y ahora mis hijos me ayudan a mí.
En un platito ponemos la sal, que representa la purificación. Tenemos un vasito con agua porque se cree que nuestros seres queridos vienen con sed y así pueden tomar agua. Tenemos copal que se usa como ofrenda para purificar el ambiente y conectarnos con nuestros seres queridos. Ponemos un recuerdito de cada uno de ellos y su comida favorita. Y tenemos a los perritos xolitos que les ayudan a cruzar el río para que lleguen bien al cielo.
Esos dos angelitos los tengo ahí porque me recuerdan a mis niños, José y María. Nacieron y solamente me paré a verlos por un momento cuando nacieron porque se los iban a llevar a sepultarlos.
Cuando poníamos mi altar en México horneábamos gorditas y las regalábamos, pero aquí no tengo horno y se me ocurrió regalara pan de muerto. Me daba mucho gusto que llegaba un grupito de gente aquí. Entonces pues les quise corresponder que yo estoy contenta con esto y les daba galletitas y después pan de muerto y chocolate para compartir la alegría que ellos me dan con venir a bendecirme y visitarme.